martes, 14 de agosto de 2007

microcosmos en la calle






Hace exactamente un año La Mandorla - espacio de prueba y acción realizó una muestra denominada Microcosmos, que reunió a 27 artistas y escritores de varios lugares del mundo para trabajar a partir de un objeto pequeño, sobre el cual debían escribir un microtexto.
En función de una serie de parámetros que se les proponían, cada persona eligió un objeto, lo manipuló y lo resignificó a través de un escrito, haciendo dialogar uno con otro de maneras muy íntimas y profundas.
Todos los resultados fueron mostrados en La Mandorla, pero también fueron distribuidos en forma de panfletos por las calles sanjuaninas.
Además, los recopilamos aquí para que puedan ser vistos por más gente, por más tiempo.

Victoria Hammar - Río Gallegos


En aquel momento creí que sería lindo traerlo como un recuerdo.
Ahora, cada vez que lo veo, sólo pienso en lo descontextualizado que está.
(Y, aunque no me guste aceptarlo, creo que él piensa lo mismo de mí).


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Vanina Rodríguez - Erlangen


Mi pluma ya no escribe.

O escribe poco.

O escribe mal.

¿Qué habrá pasado?

Hubo un tiempo en que las palabras me florecían.

¿Me habré quedado sin tinta ?


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Ximena Duarte - Santiago de Chile


Abro la cajita pálida sabiendo a medias qué viene. Todos los días pido un milagro. Saco de su interior el palillo enclenque, lo froto contra la lija y se hace la luz completa. Lo acerco lentamente a mi boca y comienzo a quemarme los dientes. Respiro hondo asesino, hondo amarillo, hondo verde litúrgico esperanza. Me enciendo rojo púrpura, naranjo ceniciento. Estallo dorado-sinfónico. Sonrío. Sostengo. Suelto la bocanada. Recuerdo. Lo que yo era recuerdo. Sonrío otra, y otra vez derrota. Lo apago y vuelvo a guardar lo que queda en la caja. Abro la puerta del baño, me topo con el dormitorio amplio, los veladores chippendale, la escalera de oscuro mármol. Abajo la mujer, los niños y la nana. Desayuno americano. "Buenos días" maldigo y salgo por la puerta. Comienza el día y yo termino.


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Víctor Nobre - San Juan



... y éste es de una carta del Príncipe a Maquiavelo: “Finalmente, me abandonaste cuando, luego de darte, de mí, todo, ya no te fui útil...”


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Adrián Salas - San Juan



Ahora entiendo por qué me gusta la miel, que como otras cosas, la he adquirido por capricho; y otras han quedado por ahí babeando en el mar del rechazo.
Mi abuela, esa mujer que nunca existió como tal, ni como tal, me la negaba olímpicamente, con el argumento de que la miel, en esa casa, era terapéutica. Nada más tenía que decir, yo callaba y en mi acatamiento habían puteadas (antes de serlas) y rebeldía (antes de creerla).
Cuando la vieja enfermó tanto, tanto que ya no pudo ni volar, me mandó a llamar, vaya a saber por qué estúpida casualidad de la sangre. Fui a curarla, porque se estaba muriendo.
Mi abuela, nunca supo que el remedio de la miel no hubiese funcionado tan felizmente, sin su pesado sueño y la lata de hormigas voraces y rencorosas.


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Stephan Guillais - Barcelona


Bastará una simple fecha para que se active una notable asociación de ideas en cadena, constituida por la Historia, restos de memoria, ficciones, auto-bio-ficciones… Todo valdrá.
Cada cosa es potencialmente un acceso a enciclopedias de múltiples entradas contenidas en nuestra cabeza. De ellas podrán surgir intentos para fijar este fenómeno dándole una apariencia tangible. Vana actividad de la cual, sin embargo, puede que uno nunca se canse. Pasamos mucho tiempo en este anti-lugar, meandro careciente de cuerpo.Hablando de esto se me ocurre una cosa…


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