
Entonces, ellos decidieron concederle un instrumento maravilloso. Servía para reparar y embellecer, dos funciones asombrosas.
Y, en caso de necesidad y con algún forcejeo, podía servir también para desangrarse oportunamente o vaciarse un ojo.
Pero no supo ver lo que tenía entre las manos y prefirió vivir entre cosas toscas y gastadas y morirse de pura vejez.
.
No hay comentarios:
Publicar un comentario