Nada es la caída de Roma.
Son sólo tropiezos Constantinopla o Cuzco, la inaccesible.
Nada son aquellas orgullosas Torres que se derrumbaron, junto con la razón.
Es sólo tu caída la que reúne en su sombra la verdad del relámpago, la infinita noche de Mona Lisa, el perfume por todos perseguido, el desciframiento del mundo.
Tuya es la única caída de la que guardamos memoria.
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martes, 14 de agosto de 2007
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