martes, 14 de agosto de 2007

Ximena Duarte - Santiago de Chile


Abro la cajita pálida sabiendo a medias qué viene. Todos los días pido un milagro. Saco de su interior el palillo enclenque, lo froto contra la lija y se hace la luz completa. Lo acerco lentamente a mi boca y comienzo a quemarme los dientes. Respiro hondo asesino, hondo amarillo, hondo verde litúrgico esperanza. Me enciendo rojo púrpura, naranjo ceniciento. Estallo dorado-sinfónico. Sonrío. Sostengo. Suelto la bocanada. Recuerdo. Lo que yo era recuerdo. Sonrío otra, y otra vez derrota. Lo apago y vuelvo a guardar lo que queda en la caja. Abro la puerta del baño, me topo con el dormitorio amplio, los veladores chippendale, la escalera de oscuro mármol. Abajo la mujer, los niños y la nana. Desayuno americano. "Buenos días" maldigo y salgo por la puerta. Comienza el día y yo termino.


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